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¤* Xinca *¤

Uno, a veces...

<center>Uno, a veces... </center>

Uno debiera a veces
siendo mujer, llamarse una
.

Pero a una, la letra “a”
no le perfila…
entonces una siendo hembra
decide no hacer caso
a reglas fijas y ser uno.

Y mientras teje
las palabras indigestas…
el llanto rompe
hasta el ojo de la tecla
y le dice a uno
que es más frágil que la letra.

Y entonces uno,
quisiera cavar
un hueco en las botellas
y ahogar el fondo de la carga
que le pesa.

Siente turbia la mirada
en tantas gotas,
que no sabe ya tomar
aquella mano si se quiebra,
y en su lugar quedan
solo marcas de metal
o de madera.


Entonces uno
sigue queriendo abrir un hueco
en el camino…
y perder en los barrancos
la pisada.

Y recuerda
que sus pies aún tienen alas
y en la hiedra
afila el manto de su espada,
alzando el vuelo vencedor
a las murallas.

Pero si avanza
se deprime en los espejos
que se rompen
y repiten en mil voces
los errores,
y no encuentra la señal
que le haga luces a lo lejos
y le diga “ven aquí”
que yo te espero.

Entonces uno
quisiera ser ovulo
o esperma
y engendrarse de nuevo
en el vientre de la selva
y quizá nacer de amor

...y no de piedra.


Algo de ti...

<center>Algo de ti...</center>

Algo abajo del misterio,
del color, o lo amarrillo del fruto
y de los sueños.

Algo adentro de la sangre
o del instinto
tribal que revienta
en mi cerebro.

De eso hay algo en mis caricias
que se escuchan,
o en el dorso de mi cuerpo
y su silueta.


Algo de ti,
encajado en mi pupila
dando saltos de humedad
sobre mi cuello.

Haciendo ruta
de tus labios al vacío,
reptando el surco
de mi vientre que palpita.

Algo de ti o de tu voz
nace en mi ombligo,
y le hace cuenca
al ojal de tu costilla.

O se hace nudo entre tu pecho
que me abriga
y comulga nuestro abrazo
a las heridas.

Algo de ti, hombre
está en mi carne…
y me vive desde el sexo
hasta la risa,
cuando rezo de tu boca
los secretos.

Algo de ti, amor
guardo en las manos,
línea oblicua
de tus dedos matinales
que transitan desde el ojo
a la falange.

Como un río,
o una anguila en el diafragma,
que recorre mis arterias o mis venas
y me muerde el corazón
gritando hambre.


Un barco de hojas...

<center>Un barco de hojas... </center>

Necesito
despertar del árbol
la corriente,
y trenzarme de sus ramas
la nostalgia.

Colgar de sus vahos
verticales,
escalando el musgo
comensal de la ventana.

Necesito,
simular al ave cuando duerme,
y soplarle al río
la cascada de las rocas…

Caer inerte
inventando un roce fértil,
de la hoja que resbala
entre la gota,
los celajes.

Así, respirar pausado,
y deslizarme
en la maleza convergente
de unas manos.

Para volver andando
el pentagrama,
y saltar la ronda en un pie
o sobre una cama.

Necesito, entonces…
cerrar la vista cuando espía,
o anclarla más allá
del que mira.

Y atarme nudos
de cabello
tras la espalda,
y borrarme los disfraces
que desmayan.

O inventarme como el niño
un barco de hojas,
y viajar sobre mil leguas
tu camino,
sin que triunfe
rebosante...

...la distancia.

Echarme la vida al hombro

<center>Echarme la vida al hombro</center>

Y es que a veces…
duelen las manos
de tocar en línea recta,
o curva plana,
sin avanzar el limite
y la carne que las traza.

Sin avanzar,
allá, entre el barro
que nos forja las entrañas,
en la tierra que nos pare
y que nos marca.

Sin que los gritos puedan más
que el dolor que los amarra
en un canon de amargura
sin verbo y sin palabra.

Y es que a veces respiro
y el aire se disuelve en agua,
y mis pupilas abiertas
no saben, cuando callan,
que esta sal,
que hace piedra de mis lágrimas…
… me mata.

¿Como beber entonces,
la impotencia sin tragarla?

Será quizá, en un sorbo
de sangre mal cuarteada.
O tal vez, en un suspiro
que espíe mi ignorancia,
y me haga expirar luego
sin malicia y sin espadas.

A veces, quisiera entonces
de un árbol, ser corteza y fruto,
o ser la savia.

Y echarme la vida al hombro,
a carcajadas…

Atada entre las uñas
como nana indígena
que lacta
el hambre del mestizo
entre las grietas de su espalda
y el dolor colorido
…de mi patria.

O quizás, echarme la carga al cuello
en la garganta, y poblarme
de hierro los zapatos,
o descalza
ser corcel alzando llamas...

Entre el dorado sol
de su herejía…

y el himno siempre azul
…. de su desgracia.

Si te marchas

<center>Si te marchas</center>

Un rumor me acerca
de reojo a tus llamados.

Y no puedo…

Correr tras esas nubes
que se pintan
ya cercanas a mi llanto.

Me detengo,
me sostengo entre la felpa
del amigo imaginario

Que no es dios,
ni mucho menos es humano.

Es tan solo
un gato inerte/desgastado,
que me abraza las heridas
y hace hogar bajo mi brazo.

Necesito su cariño,
su sonrisa, hasta su canto.

Necesito de su mano,
padre mío, si me faltas
y te extraño.

Si te espero entre las huellas
que dejaste tras mis campos,
o entre el beso que me cierra
desde siempre el duro
parpado.

Yo te espero, padre mío,
tú lo sabes,
pero hay veces…
que los años pueden más
que los quereres
.

Y el cabello se me enreda
como hiedra entre los huesos,
y los hala, cual destino
que no espera a ser llamado.

Y me aferro con los dientes
a tu abrazo,
o me pinto en la memoria
como niña que no muere…

A esperar que la vida
por esta vez
...no sea muerte.

Mientras poso mis oídos
en los rieles, como marcas
que en suspiros, me dirán…

Si te vas hoy
a donde marchas
.

Un pájaro azul en el cerebro

<center>Un pájaro azul en el cerebro</center>

Ay Garcín,
yo tengo un pájaro azul
en el cerebro.

Quizá se escuche
en el silencio
si lo encuentro;
quizá se vea
en mis pupilas
si no miento.

Yo lo noto
en mis palabras
extraviadas,
y en los versos
que se enredan
en su garra
y en mis dedos.

Ay Garcín…

Yo tengo plumas en el seso;
tengo una flor
como hipocampo,
y tengo un mar
en vez de pecho.

Una jaula en la garganta
que se adhiere,
a esta glotis
y hace un arpa
con mi lágrima y mi aliento.

Y de ella…
un pájaro azul,
que es gris o negro.

Un pájaro de hierro
en los costados
o en el sueño,
que me pesa
en las meninges,
que lo apresan
entre el ceño.

Que aletea y me golpea
sobre el llanto,
que no engendro.

Que me espesa
así la sangre,
en tanto grito
que no entiendo.

Un pájaro azul, amigo preso
que se hace beso
si me sangra la mirada…
y se hace abrigo
si me llora ingrata el alma.

Un pájaro azul…

Que me habla y nadie escucha.

Que me hiere y nadie cura.

Solo deja huellas en mi carne
y se hace nido entre mis nervios.


¡Ay Garcín!

¡Yo también, yo también!

Yo también tengo un pájaro azul…

¡Así lo siento!


Cuerpo a cuerpo

<center>Cuerpo a cuerpo</center>

Al encuentro
de tu cuerpo con mi cuerpo,
mar de azúcar en mis dedos
cueva oscura.

Despertó la piedra
blanca garza de tu vena,
arcilla escala que renace
entre mis piernas.

Al encuentro de tu sangre
con mis versos,
prietas gotas de sudor
sobre mi seno,
tu mirada
luna tibia que no mengua
desnudó la seda que cubría
tanta pena.

Y entre ritmo de tambores
o entre plumas,
con estatuas de argenta
así talladas...

Tu sexo fue de flor
gloriosa espuma,
mas, mi mano de estos labios
fue la tumba.

Y se unió, allá a lo lejos
basto cielo,
entre mitos que declaman
los poemas,
que de savia se hacen
dioses, besos, truenos
con lavandas prodigiosas
o morenos.

Como el canto
que nos traen las gaviotas
cuando danzan en papeles
o entre copas…
…y nos dicen que soy sed
y tú eres gota.


Dilúyeme

<center>Dilúyeme</center>

Tiza húmeda
es a mis labios tu recuerdo;
cazador de sueños
a mi oído
es tu palabra.

Como plumas
que gotean tus sabores;
como hilos,
que sostienen entre lluvia
...los raudales.

Como ese lino/tul
siempre añorado,
que de tu piel me guarda
entre las copas
el galope,
de madera o tambor
virgen y forjado
con la sal morena
de mis dedos, en tus manos.

Así,

respiro tu rostro y te recuerdo...

O aspiro de tu sangre
y me vuelvo aire,
ave, oxígeno,
o quizás arteria incontenible,
indescifrable.

Así puedo recordarte y te poseo...

Sin que sepas
en tu hueso ya abrigo;
sin que sientas en tu vientre
ya mi pecho.

Difumina mi nombre y hazlo arcilla…

Que de mi frente
brotan, azules mil deseos
para hacerte
del estaño/cobre,
un arcoiris,
isómero,
espejo de tu alma
en mi camino.

Hazte entonces, amor...
un canto no dormido,
y de mis voces estrechas
o sencillas,
has ojal a mi pupila
tu nostalgia,
en la sombra de tus ojos
nunca exhausta.

Y déjame, en esta hora
que se acerca...
cobijar entre mis senos tu sonrisa,
y respírame o abrázame,
en delirios sin cabida…

Ahí, donde me sumerjo
por las noches, si me dejas,
observando al sol
que se derrite sobre el agua,
en esa cópula amarilla
que unifica,
entre líneas y distancias

...la tristeza.

 

Constancia....

<center>Constancia....</center>

Quise escribirle, contarle tantas cosas…

Y un silencio absurdo
que recoge mis cabellos
o los bota,
tras los ángulos estrechos de mi sombra,
me acalló el gemido
y de mi nombre hizo su gloria.

Quise escribirle, decirle tantas cosas…

Y un secreto mudo,
con las huellas encastradas
me encajó los dedos y los ojos
tras su paso…
me enterró el delito
de ser carne, boca de agua,
mano andada…

Y arrugó mi voz,
como piedrilla en la garganta,
o como nudo de sangre en la corbata,
o en la manga.

Quise decirle, hablarle tantas cosas,
un rosario, una alborada,
esa constancia...

Que dijera entre comillas
las nostalgias,
que me viven en las piernas
si se marcha,
y que me llenan los bolsillos
si me abraza.

Y el ritmo azul,
de mis arterias dilatadas,
no pudo más, que ser arcano,
o ser enviado…
y viajó, allá, entre las puntas
maltratadas…

Que atan crueles,
a mis dedos, que gritando
piden lanzas, piden fuego,
espina y armas
…mientras forjan
las vocales, si es que faltan…

Para decirle, amigo,
hombre, amor, pasión,
mi alma;
que aun sin lengua que haga nido
en mi palabra…

Será su voz,
...siempre
mi canto a la esperanza.

Otoño entre las copas...

<center>Otoño entre las copas... </center>

Dame otoño
hojas pardas en invierno…
que así el frío de tu boca
no me llueva sobre el sueño;
y el color de tu distancia,
no me ahogue los recuerdos.

Dame otoño
un barco de aire, siempre alerta
y como flora india
pon victorias en mis rieles
que estallando...
sean canto, agua, sombra agreste,
gota amorfa de fonemas,
y de enseres.

Veo al hombre, otoño,
y soy tu diestra, y mientras vuelo...
siento a la fiera hermana
y me estremezco.

Me disperso
luz contraria entre las líneas
zoomorfas, cardinales de la rama,
cortando escenas en relieve
mal tallado,
de las grutas...
verdinegras del pasado.

Ya difusa, soy quizá
cortina de hojas, o tal vez
cristal de azúcar humectando
los apéndices prensores del gusano,
o los cilios coloridos del naranjo.

Quizás tan solo
huella arcaica, misionando
que recoge grano a grano
aquella savia, amarga/prieta
de tus nanas hecha malta
que alimenta las raíces marginadas.

Hazme otoño,
ser suspiro entre tus alas…


Y acampar desnuda
sin refranes, ni sudarios
en la copa oscura de mi Ceiba
reina patria…
para ver desde sus ojos los caminos
ultrajados con las uñas empalmadas...

…de animal
que dio la espalda a su manada,
y por ser hombre
….olvidó a su especie…
y se hizo nada.


Donde hallarte

<center>Donde hallarte</center>

No me digas camino donde hallarte
no me lo digas, destino, no me llames…
que mis huellas no siempre
tienen ojos para andarte…


Y es que a veces, no soy más
que animal sin suela
y de mi carne
pajarillos y abejas
roban polen, hurtan sangre.

¡¡Dios!!

¿Quien me dice
que avance, que no muerda…
o que me mate?


Si nací con el puño en la garganta
que no calla,
y de la flor me guía
a ser el ave y no la sarna.

Si del guiro tengo el trino,
tengo el hambre,
y de la piel gotas de tun
en las maderas de mi aire.

¿Es que acaso alguien sabe
donde posan mis huesos
si es que caen…?

¿O alguien sabe, si mi lanza
...es de cielo
y no de alfaque…?


A quién canto, entonces…
dime tú, quetzal de nata…
¿Le canto a la herida de tu pecho,
que aún sangra...
o le canto al color de tu pluma
verde, magna?

Ah, selva, corazón de ala…
dime señora, madre, hada…
¿Le canto al hierro
que desgarra tus entrañas,
o le canto al agua
de tu río que me embalsa?

No me digas camino, no me llames…
que a sorbos
engullo trago a humo,
tu linaje…


… o lo pierdo…
y no soy nervio,
ni soy nadie.

No me esperes camino,
entonces…
sigue andando,
que tus notas, hoy en mí,
… quizás no marchen.

Porque nací con savia en vez de plasma,
y nací con garras de afrodita
entre las garras.


Y acércate vida, tú,
estrella valva…
deja que el siervo
ya dolido...
…encuentre historia
entre tus ramas…

Y déjame así, esquiva extraña…

Descubrirte entre los rizos
que hacen náufragos mis mares…

Conquistarte en el misterio,
que me llama en lo salvaje.

Quién diría

<center>Quién diría</center>

Quién diría, amor…
que me dueles
y te duelo.

Que me habitas y me pactas
en las noches cuando muero,
cuando corro, y me sostengo
en aleteos
o bosquejos.

Quién diría que te siento
y que me sientes
célula madre o pulmón de viento,
falange etérea
de mi huella en la palabra
y el espejo.

¡Ay, quién supiera amor,
que me dueles y te duelo!

Que a veces, más que llanto
...o más que nada,
con rumor de sombras
sin galaxia, sin arpegio.

Y me sangras, nato, impune,
como antígeno que eleva
mis esfinges y mis huesos.

¡Oh! ¡amor!…
y quién supiera de tu iris
lácteo cielo
como estrella dilatada
entre mi pecho,
de florestas esculpidas
en acero y alfarero.

¡Quién diría, corazón,
quien lo diría!

Que levitas
de mi cuna los gemidos,
más allá, entre el surco
de mis días en tu cuerpo,
o más acá del grito
de mi nervio en tu cerebro.

¡Quién lo diría amor, quién lo supiera…!

Que la distancia
me extraña y me visita…

Que la tristeza se enamoró
de mis tristezas…

Ay, corazón, quién lo supiera…

Que prefiero morir
entre mis ojos y tu risa…
que vivir con una lágrima
en mis besos

...y a lo lejos.

Una canción de ola

<center>Una  canción de ola </center>

Aspira…
vapor de estrella,
o telón de alga,
trazo en el cielo naufragando…


Lanza, fusil, astilla
eres al alba,
o hilo y mordisco de humo
a la distancia.

Y se alzan manos
a tu vuelo,
si la muerte finge
ser estatua
o dios de sexo
entre los cuerpos
que se abrazan.

O dios de viento
entre las velas
que tragan,
a galopes el aire
de sueños muertos
que se cansan.

Entre sal de peces
…ciegos
deglutiendo el anzuelo
barca escasa,
del estriado madero,
que parió la esperanza.

Donde viaja la tierra
que en la sangre navega,
a buscar otra vida,
a buscar otro tiempo…

Donde el hambre
no coma
más dolor en los huesos,
y el injusto no sea
más señor o monarca
y menos dueño.

¡Oh mar! ¡Amigo!
Compañero incierto
de mártir mirada,
y corazón de trueno.


Escucha sus gritos,
acuna sus miedos,
y dales ahora
si la cordura se aleja
un beso de ola,
un poema de ciervo.

Para que duerman
y partan creyendo
que atrás de este cielo,
les espera sonriendo
uno albo en espuma,
cristales e imperios…

Uno siempre…

…. tan alto y sereno,
celeste y albino, y nunca tan negro.


Moro negro

<center>Moro negro<center>

Vals de cristal
rompiendo alas,
brota…
baile húmedo
de un pez que vuela
cuando nada.

Esfera…
cárcel transparente
o lisa,
que asfixia el aire
dilatando escamas.

Y abre la boca,
grito en silencio
porque lo escucha el sordo
que tocando, solo calla.

¿Quién ha de tocarte, moro negro?

Terciopelo de plata,
carbón de velo.

Si los que somos tierra,
en el agua
lodo nos vertemos,
aun queriendo
ser barro o ser madero.

Y hacer barcas
o quizás templos,
para cundir de azúcar
el dulce abrazo del atlántico
al pacífico estrecho,
donde brotara tu engendro
de coral, de espada
de sal y de estruendos.

Dime…

¿Quien ha de tocarte cuarzo negro?

Si los que somos fuego
a golpes descalzos
quemamos y ardemos
y del agua huimos
como demonio estéril
en tu vientre materno.

¡Ay!… ¡quien supiera tu nombre,
tu raíz y tu tiempo!

Quien pudiera respirar
gotas de aire
bajo el agua, bajo la hoja,
bajo la nube, vapor blanco
de tu cielo.

Y te llevara asido
en su espiral sin freno
a cazar mariposas
de libres elementos
que ingrávidas se tornan
aun siendo acero...

En el viento azul,
plateado y moreno
en el que yo…
…como tú…

...he viajado y he vuelto
sin ser ala,
sin ser polvo, sin ser ave.

Sin ser siquiera...
…aliento muerto.

¡No me alcanza, no me basta!

<center>¡No me alcanza, no me basta!</center>

Y es que a mi no me alcanzan
veinte poemas de amor
y una canción desesperada.

Ni he aprendido
a formar puentes como liebres…


Para decirte que me naces
cada día como agua,
y me calzas los pasos
entre lluvia como hojas.

O decirte que me habitas
cálido y constante,
dulce y espeso entre la sal
que orquídea en mis deseos
…cuando te pierdo.

Y es que a mi, me faltan letras
para tejer sonrisas en tus ojos,
y me faltan espacios
para volverme aire y respirarte,
y me faltan, incluso…
… silencios para hacer de mi dolor
un grito ciego.

Dime entonces… amor, donde me escondo…

¿A quien he de robarle el trino y los encantos?


Para decir que tu piel
hace cuenca entre mis senos,
para cantar de tu nombre
que hace surco entre mis llantos.

¿Será acaso tu esencia…
quien bautice el aire con mis dedos?


Toma mi mano entonces,
que se extingue en tu figura,
que se hace polvo entre tu sombra,
y se hace lanza entre tu ropa,
que me desnuda y me destierra
siendo sangre…

y deja impresas en su huella
las palabras…
… que en mi boca suenan
y revientan como olas, de tu mar que en celo
forma orilla de amapolas, en esta selva, blanca,
virgen que es mi cuerpo.

¡Sostenme así, amor y no me sueltes,
que a tus labios se aferraron mis caminos!


Que me cansé de ser ángel,
de ser trueno
que se duerme y no renace,
…y se desviste
de azul y vino en tus sonidos,
como dioses desnudos
que fecundan lo impalpable
entre caricias y sentidos.

Sostenme así, amor, no me sueltes,
déjame ser heraldo negro…
...y posarme sobre la piedra blanca de tu pecho.

Y dame voz y dame grito con tu aliento…
…que la mía no basta,
para entregarme en estos versos.


Una mueca de locura

<center>Una mueca de locura</center>

En una mueca de locura
me congeló,
entre llantos la sonrisa.

Mas, mis ojos cuando miran,
en palacios sepia
se marchitan.

¿A que se aferrarán mis manos…
…si las paredes caen sin sentirlas?

Más parecen empujar las ruinas

de esta vida
que me amarra al árbol muerto
que me guía;
y al amor ingenuo que me entrega
el can sediento
que me mira.

Si deliran mis ideas
y se pierden
en mi afagia de cordura
que no traga y no respira.

No juzgues entonces
mi labio que entreabierto,
aún espera el beso
de la muerte
...que cierre el borde
de su herida.


Quizás plegaria sea al cielo,
eternizada en laberinto
sin caminos,
de mi hambre que se esfuma
entre sonidos,
de un recuerdo en mi mente
fallecido.

Entre voces
que se turnan mis oídos
cual imágenes difusas
...en mi olvido.

No juzgues así, con prisa
...el desvarío…

Y deja entonces
de fumar mi hastío
que en la bolsa que tu pisas
guardo todas mis huidas
tengo un sueño, tengo un ángel,
hay diamantes, profecías.

Quizás, mejor será
que cuides
tu razón vacía
no sea, que sin saberlo...

...se pierda un día tras la mía.

En tus ojos de luz

<center>En tus ojos de luz</center>

En tus ojos de luz
me reclamó la vida,
cuando me talló el vientre,
y me sembró el amor
hilando espinas.

En tus ojos de azul
nací contigo,
y me entregué rendida
al dolor de ser mujer,
de ser amante, de ser arcilla.

En mi sangre hiciste nido,
de mis montes
…tus esquinas,
de mis huesos
blanca estrella
para tejer tu abrigo.

En tus lágrimas
lloré este miedo,
y ahogué mi rebeldía...
…en tus lágrimas
lacté el futuro
y engendré la dicha
de ser completa,
de ser corazón,
madre, hermana, amiga.

No huyas amor,
niña, vida…

No me abandones,
no te marches todavía,
que mis manos se desnudan
sin tus risas,
en mi cuerpo
que se acaba tan deprisa.

No abandones mi seno de tu frente,
no desnudes tu frente de la mía,
de mis dedos, de mis labios
sin tus días.

No corras, pequeña
sin virar la vista
sin medir tus huellas
sin trenzar caricias…

Aguarda
a este ser que crece
jugando entre tus niñas,
que sigue ampliando sus brazos
para mecer tus sillas,
arropar tus llantos
y secar heridas.

Espérame chiquilla,
no te apartes todavía,
que aún hay sueños
que pescar en esta orilla.

Que aún hay cuentos
que vivir en esta vida.


Quizás mañana

<center>Quizás mañana </center>

Afuera…

Hojas secas,
crujen
como puertas viejas,
y atraviesan un silencio que no escucha.

La noche, dice,
que olvidó mi luna entre tu plata…


Y yo…
que me canso
de contarme los cabellos,
y de trenzarme sueños…
me ahogo
en estos trazos de cepillo
que resbalan
por la espalda de mis dedos.

A lo lejos, parece hablarme
cuando mi razón te llama…


Hay flores
dispersas en mi cama,
como si el techo llorara
primaveras que no mojan,
que no besan, que no hablan.

Flores de manta
que adornan
el frío de este abrigo
que no abraza y solo estorba…
escupe soledad y rumia esporas.

Que amarra el cuerpo
que no supo ser estatua
y menos horma.

Pero adentro, todo duele,
Todo sobra…


Silencio queda, solo silencio…
y se diluye la vida,
si los respiros callan,
si los gatos duermen,
sobre mi alma que desmaya
y ya no llora.

¡Y no, no queda nada!

Solo estos ojos
incrustados en la sala,
con sus manos de arcilla
que sostienen frutos
huérfanos de árbol y savia.

Solo este olor a mito y cuento
de tus tierras tan lejanas,
a incienso
que silba con su brasa
y deja estelas en mis pies
que ya no calzan.

Quizás, solo mi sombra que no toca,
quizás solo ella quede, en esta noche
y no se esconda…


Porque me arde la piel
estando sola,
me arde…
de beber esta humedad
que se evapora,
entre surcos
de siluetas que se borran.

Quizás,
la encuentre mañana entre tu almohada,
tranquila, etérea, inmaculada…

Quizás mañana…

¡Si!...
quizás mañana,
despierte mi alma, postrada así…
entre tu pecho y tu mirada.


Floripondio

<center>Floripondio</center>

Las sombras
se sostienen de pie,
y yo cayendo…
bañando el mar con sal
de sangre entre mis huesos,
de rostros heridos
que engullen recuerdos,
bramando caricias
enredaderas tus besos.

Los vacíos gimen,
y yo ardiendo…
con el vientre lloroso
de corales risueños,
de arenas regadas
en tus fálicos sueños.

¿Escuchas?...
El aire huele a cuerpos
de ceras maleables
arcilla en tus dedos;
a flores naciendo
en tallos erectos,
rociando polen
espuma
blanca brisa
entre mis senos.

Los murmullos no callan
escudriñan misterios,
penetran el vaho
de tu sed en mis labios,
de mi esencia
en tus poros inquietos.

La noche termina…
y tú no has vuelto,
y mis bóvedas frías
anhelan tu cuerpo
que adherido a mi carne
me bebe el aliento.

Y mis manos se pierden
estallando intentos,
como insectos fugaces
engendrando los suelos
de las selvas espesas
que dibujan tus lienzos
en mi piel dormida
renacida en tu sexo.

Sigamos el juego

<center>Sigamos el juego</center>

Oscuros mis días
adiviné tu canto
cómo figura tallada,
aire estrecho,
marca asible en la distancia.

Lejana y rampante,
presencia extraña,
pez en tierra, ave en agua,
halo de luz sobre la nada.

Escudriñé mis sueños…

Adiviné tu rostro y lo sostengo,
lo hinco en mis entrañas
y lo engendro.

Lo elevo y lo amarro a mi vuelo
de serpiente emplumada
con alas de fuego.

¡Si!… ¡dejemos el suelo!

Coloca mi alma tras tus huellas...

Sigamos el juego…
Juego de vida, corazón en juego.

Nuestros labios no perderán sus truenos…
porque tu boca es mar
y la mía,
madera navegando
aérea hasta tu pecho.

Nuestros pasos no sentirán el tiempo…
porque las horas crecen sin aliento,
y los segundos nacen limpios
rasgando el himen de lo incierto.

… sigamos el juego…

Nuestros cuerpos no serán etéreos…
porque mis manos en tu rostro
son acentos cardinales,
en sonidos ancestrales,
diamantes nuevos, bosque espeso.

Nuestras luchas serán besos…
porque mis dedos sangran
y no hieren,
edifican imperios de suspiros
serpenteando edenes en tu lecho.

Sigamos el juego…
Juego de vida, juego eterno.

Habitemos los cielos existiendo
entre vírgenes morenas y cristos negros,
de nuestro amor que es de tierra y barro férreo,
de sangre azul y rojo almendro…


No de olvido… ¡no!… no de recuerdos.