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¤* Xinca *¤

Poemas III

Deja de doler

<center>Deja de doler</center>

Deja de doler

a veces, tú lo sabes.


Deja de doler el frío entre las uñas

el viento rancio

el gesto roto de los rostros acusados.


A veces, deja de doler con una risa

con un aroma que saluda si estás solo

con un recuerdo que renace en la mirada.


A veces, deja de doler, quizás un poco


El perro viejo, el ave enferma

el gato muerto que gotea los tejados.



Y así, se fuma día a día entre las camas

o se inflan dos secretos en el pecho

o se visten las ideas con razones.



Y deja de doler acaso, el punto neutro

el niño herido,

el padre extraño que no sabe perdonarse.


O las manos que recorren río y árbol

y buscan tierra, o una grieta en la memoria

y así dejan de cargar el mal pasado.



A veces, sólo a veces, deja de doler

pero otras tantas…



Duele incluso la vergüenza y la palabra

duele el ojo, duele el grito,

duele el alma…



Aunque más duele,
 

Que te sientan como extraña.

Que no me guarde la memoria

<center>Que no me guarde la memoria</center>

Yo no quiero ser el final triste de algún cuento.

Me rehúso a que me guarden entre hojas,

Y me sellen del pasado en el recuerdo.



Yo no quiero ser otra mujer de esas que viven

O eternizan en las manos del poeta…

Que las hace tan perfectas a sus formas,

Aunque el alma sea a veces, tinta negra.



Yo prefiero ser tan solo, un viento leve

Que luchó por lo que quiso junto al miedo

Y ante el brazo del pintor que lo abandona,

De amor en llanto, fue muriendo y se hizo viejo.
 

Las orillas o el pasado

<center>Las orillas o el pasado</center>

Hoy que las gaviotas se han marchado,

en esta luz que las palabras ya no adorna...


¿Qué nos queda?


Ahora el vaso se deforma entre las bocas,

y la canción no rompe los cristales sobre el pecho.



Así, hoy como ayer todo transcurre

pero en la entrada los mensajes no son nuevos

y sobre el viento los colores son gastados.



¿Y qué nos queda?



Quizá, nos guarde la mentira de algún niño

entre los huecos de algún ojo enamorado…

quizá las piedras, los caminos, la hojarasca,

nos guarden algo de aquel tiempo que está echado.



Pero el hoy que en mis arterias se desgarra

tiene frío de mi cuerpo derramado,

tiene miedo de mirarme sin temores,

tiene angustia de gritar con voz en alto.



Así que hoy…

que tengo lágrimas desnudas en el sexo,

y tengo heridos los costados de la sombra…


Yo me sostengo las sonrisas con gemidos,

o me muerdo las orillas de otro labio.


O me desato los cabellos

sobre el nombre

y me disuelvo en la marea de otro barco…



Porque el hoy,

como el mañana… que es de nadie…

de mis manos querrá siempre ser pasado.
 

Entre las paredes y el cuerpo

<center>Entre las paredes y el cuerpo </center>

Hay demasiado espacio
entre las paredes y el cuerpo…

Hay ejes perdidos
de memoria y de piel…


Así,

como esta mañana de animales enfermos

con rostros al borde de un templo

en el sol.


Como este frío de caricias mordidas

de brazos extensos que traen su voz.


Y hay demasiado espacio
aquí…

Entre mi falda  y mis dedos

Y un largo acertijo en mi vientre
de sal…

De un leve suspiro que ensancha

los muros,

de un ágil intruso que bebe

el dolor….


Y es que hay demasiado lugar…

¡Por dios!

hay demasiado…

y mi cabello es frágil, 

y mis pasos pequeños.


Y los ojos muy grandes

para guardar el aliento…

Y el labio muy hondo

si calla el amor.

 

De ser mujer...

<center>De ser mujer...</center>

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